En ciertos destinos, no hace falta alejarse mucho para que el paisaje se transforme. Basta salir unos minutos de la zona más transitada, doblar hacia un camino lateral, y lo que parecía una jornada común se convierte en otra cosa. En Los Cabos, eso ocurre con frecuencia. No hay que cruzar medio estado para que la arena cambie de textura, el agua varíe su intensidad y el sonido del mar adopte otro ritmo.
Con el mar de Cortés de un lado y el Pacífico del otro, esta región tiene la ventaja de ofrecer variedad sin distancias extremas. Para quienes se animan a explorar por cuenta propia, las playas cercanas —algunas populares, otras apenas señalizadas— están al alcance de cualquier auto y de quienes tengan ganas de salirse un poco del circuito habitual.
Las mejores playas cerca de Los Cabos
Playa Santa María
Salir del centro de Cabo San Lucas puede tomar apenas unos quince minutos si se elige bien el horario. Desde ahí, la carretera transpeninsular se abre hacia distintos rumbos: unos llevan a acantilados con vistas amplias, otros bajan hasta pequeñas bahías en forma de herradura.
Uno de los primeros destinos para quienes buscan nadar en aguas tranquilas es Playa Santa María, ubicada a solo 13 kilómetros al noreste de Cabo San Lucas. Se llega en unos 20 minutos por carretera, y el acceso está bien señalizado. Esta playa en forma de media luna está protegida por formaciones rocosas naturales que suavizan el oleaje, lo que la vuelve ideal para familias o para quienes simplemente quieren flotar sin que el mar los empuje.
Además de su belleza, Santa María ofrece algo difícil de encontrar en playas muy turísticas: espacio. A pesar de su cercanía, el entorno mantiene una cierta calma. Para quienes prefieren evitar traslados compartidos, la renta de carros se vuelve una opción práctica, especialmente cuando se viaja con sombrillas, equipo de snorkel o simplemente con ganas de decidir cuándo irse sin depender de nadie más.
Playa Chileno
Un poco más adelante, siguiendo la misma ruta, aparece Playa Chileno, a unos 17 kilómetros del centro. El trayecto es directo, y en menos de media hora desde la ciudad ya se puede estar pisando la arena blanca que caracteriza esta zona. El estacionamiento es amplio y gratuito, y los accesos han sido recientemente acondicionados con baños, duchas y rampas, lo cual facilita la visita en grupo o con personas con movilidad reducida.
Lo que vuelve especial a Chileno no es solo la claridad del agua o la limpieza del lugar. Es también su fondo marino. A pocos metros de la orilla ya se pueden ver peces de colores, formaciones coralinas y pequeños cardúmenes que se mueven sin prisa. Quienes practican snorkel saben que no hace falta embarcarse para ver algo interesante.
Playa El Tule
Mientras algunas playas en Los Cabos son ideales para nadar, otras lo son para contemplar. Ese es el caso de Playa El Tule, menos conocida por el turismo masivo, pero muy frecuentada por locales y surfistas. Se encuentra entre Cabo San Lucas y San José del Cabo, a unos 20 kilómetros del centro, y se accede por un pequeño desvío que no siempre es fácil de identificar si no se presta atención.
Lo interesante de este sitio es su energía: el sonido del oleaje es constante, el viento corre distinto y el entorno se siente más salvaje. No hay servicios como restaurantes o baños, por lo que conviene llegar preparado. Por eso, quienes viajan por su cuenta suelen optar por la renta de autos en Los Cabos, ya que les permite cargar hieleras, lonas o lo que necesiten sin preocuparse por las limitaciones del transporte público o los tours organizados.
El Tule es ideal para quienes buscan un lugar más crudo, menos intervenido. Tal vez no sea la mejor opción para nadar, pero sí para caminar, sentarse a ver el atardecer o simplemente desconectarse de todo lo demás.
Playa Palmilla
Otro punto imperdible es Playa Palmilla, ubicada en San José del Cabo, a unos 30 kilómetros de Cabo San Lucas. El trayecto en auto por la carretera transpeninsular es de unos 35 minutos, dependiendo del tráfico. Lo que distingue a esta playa es su equilibrio: tiene servicios sin ser ruidosa, agua tranquila sin ser aburrida, y está suficientemente cerca como para ir y volver en el día, pero lo bastante lejos como para sentirse en otro lugar.
Palmilla es muy valorada por familias con niños pequeños, ya que su oleaje es suave y las zonas de sombra se pueden encontrar fácilmente. Además, el acceso está bien mantenido, hay espacio para estacionar, y aunque puede llenarse en fines de semana, nunca llega al punto de sentirse abrumadora.
Playa Los Frailes
Para quienes no temen manejar un poco más, existe una opción que no suele aparecer en los mapas turísticos tradicionales. Se trata de Playa Los Frailes, ubicada dentro del Parque Nacional Cabo Pulmo. Desde Cabo San Lucas, el trayecto es de aproximadamente 110 kilómetros, lo que representa entre dos horas y media y tres horas en auto, dependiendo del estado del camino de terracería en el tramo final.
La recompensa, sin embargo, vale el trayecto: un mar en calma, arena limpia, cero construcciones alrededor y un entorno que parece detenido en el tiempo. Ideal para pasar el día con calma, hacer snorkel o simplemente disfrutar del silencio. No hay servicios, por lo que se recomienda llevar comida, agua, protector solar y todo lo necesario para pasar varias horas.
Llegar en auto es indispensable. No hay transporte público que llegue hasta ahí, y las agencias que ofrecen tours lo hacen en grupos grandes con horarios fijos. Quienes prefieren explorar a su propio ritmo suelen optar por alquilar un vehículo, especialmente si el plan incluye detenerse en otras playas en el camino.
Un mapa que no necesita brújula, solo decisión
A diferencia de otros destinos donde todo está delimitado, en Los Cabos moverse en auto es también una forma de redibujar el viaje. Cambiar de rumbo según el sol, elegir una playa menos concurrida, detenerse en un puesto de pescado fresco o seguir manejando hasta que aparezca algo inesperado.
Algunas playas están marcadas en los mapas. Otras aparecen de repente, sin nombre ni cartel, pero con un encanto silencioso que las vuelve inolvidables.
Y al final, no importa tanto cuál fue la playa elegida, sino el modo en que se llegó. El viaje, como tantas veces ocurre, empieza cuando se toma el volante y se decide no seguir el camino de siempre.