El acrónimo KGB transmite una sorprendente cantidad de poder, peligro e intriga. Y aunque técnicamente ya no existe (aunque algunos de sus aspectos se han ramificado para formar departamentos similares), la mera mención del KGB sigue tocando la fibra sensible.
Cualquier aficionado a los thrillers de espionaje de los 80 conocerá al KGB como el enemigo: una organización oscura y misteriosa que sirvió como ingrediente clave en la Guerra Fría que duró décadas entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. Pero, ¿cuántos entienden realmente lo que era, o dónde empezó todo?
La historia del KGB
El KGB nació en 1954, pero la mayoría de sus componentes ya existían de una forma u otra mucho antes. En 1917, Lenin creó la «Cheka», una organización encargada de frustrar la contrarrevolución, o al menos todo lo que él consideraba como tal.
La Cheka se hizo rápidamente conocida por sus tácticas brutales y sus implacables ejecuciones. En 1923 se transformó en la «OGPU», básicamente lo mismo pero con un nombre ligeramente menos agresivo (ambos acrónimos rusos se traducen en nombres largos y toscos), lo que la hace parecer un poco más política y menos militante.
Siguieron unos años inusualmente tranquilos, aunque la OGPU presidió la llegada de los campos de trabajos forzados conocidos como «gulags».
Mientras tanto, en 1934, José Stalin creó el NKVD, esencialmente un ejército interno de policía secreta que utilizó para eliminar la oposición política e infundir miedo en el pueblo.
Sólo existió durante 12 años, hasta 1946, pero en ese tiempo causó estragos en todo el país. Millones de personas fueron ejecutadas, millones más fueron llevadas a gulags y etnias enteras fueron reubicadas a la fuerza en regiones remotas de la Unión Soviética.
Entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la muerte de Stalin en 1953, el caos reinó en las organizaciones de seguridad soviéticas de alto nivel. Tras la muerte del dictador, los múltiples organismos -como el MGB (Ministerio de Seguridad del Estado), el NKGB (Comisariado del Pueblo para la Seguridad del Estado) y el SMERSH (abreviatura de una frase rusa que significaba «muerte a los espías»)- dieron paso a una única y temible organización: el KGB (Comisariado para la Seguridad del Estado).
Aunque más tarde se involucraría ampliamente en el espionaje internacional, durante mucho tiempo su principal objetivo fue controlar y dirigir a los estados dentro de la URSS.
Entre sus proyectos más notorios estaba la supresión de la Revolución Húngara en 1956 y la Primavera de Praga en 1968, así como la introducción de un gobierno comunista en Afganistán en 1979.
La Guerra Fría
Durante todo este tiempo, todos los infames juegos de espías de la Guerra Fría tuvieron lugar entre el KGB y su homólogo estadounidense, la CIA. Las elaboradas operaciones para robar información, sabotear los avances tecnológicos, difundir propaganda y promover la disidencia eran habituales.
El tráfico de armas se convirtió en un gran negocio, y el juego internacional de la competencia nuclear estaba bien encaminado, lo que finalmente condujo a la malograda Iniciativa de Defensa Estratégica de la Guerra de las Galaxias de Ronald Reagan.
La evolución del KGB
Aunque el KGB nunca habría sido descrito como liberal, las cosas se volvieron seriamente opresivas tras la llegada de Leonid Brezhnev en 1964 y de Yuri Andropov como jefe del KGB en 1967.
A partir de ese momento, se reprimió sin piedad hasta el más mínimo murmullo de disidencia o descontento con el gobierno, el sistema o, sobre todo, el KGB. La atmósfera de miedo y sospecha creció constantemente.
El declive de la Unión Soviética
Muchos factores contribuyeron a la decadencia de la URSS durante la década de 1980. Una guerra costosa y desastrosa en Afganistán. El rápido aumento del coste de la carrera armamentística con Estados Unidos.
La escasez generalizada de alimentos y suministros, la inflación incontrolable y la discordia política en casi todos los rincones de la Unión Soviética obligaron a Mijaíl Gorbachov a suavizar su postura sobre la oposición política y a reestructurar la economía y el gobierno en un intento de salvar las cosas.
El KGB, como era de esperar, se opuso a cualquier capitulación y en 1990 intentó un golpe de estado a gran escala, que apenas fue rechazado por el nuevo presidente Boris Yeltsin. Apenas cuatro meses después, la Unión Soviética se disolvió, y el KGB con ella.
El KGB en la actualidad
Aunque ya no existe oficialmente desde hace casi treinta años, la influencia del KGB se sigue sintiendo en todos los aspectos del Kremlin. Se dividió en un par de organizaciones vagamente similares al FBI y la CIA, conocidas como el FSB (Servicio Federal de Seguridad) y el SVR (Servicio de Inteligencia Exterior).
Sin embargo, probablemente el argumento más convincente de que la influencia del KGB permanece es el hecho de que el actual presidente Vladimir Putin fue miembro del KGB desde 1975 hasta su disolución en 1990. Sus opiniones políticas y su estilo despiadado son indicios seguros de que el espíritu del KGB sigue vivo en la política rusa.